Friday, September 11, 2009

—Pues bien, ¿quieres saber lo que pienso? —Ahora sí esperaba contestación, y la obtuvo:
—No —dijo Quentin.
—¿Quieres saber lo que pienso?
—No —repitió Quentin.
—Pues te lo diré. Pienso que, a la larga, los Jim Bonds conquistarán el hemisferio occidental. Naturalmente, no lo veremos nosotros y, a medida que avancen hacia los polos, ellos se blanquearán otra vez, como los conejos y las aves para no destacar tanto en la nieve. Pero seguirán siendo siempre Jim Bond; y dentro de unos cuantos milenios yo, que te miro ahora, habré nacido también de las entrañas de los reyes africanos. Ahora quiero que me digas una sola cosa más. ¿Por qué odias el Sur?
—No lo odio —dijo Quentin con rapidez, en seguida, inmediatamente—.
No lo odio —repitió.
“No lo odio”, pensó, jadeando en aquel aire glacial, en la férrea oscuridad de Nueva Inglaterra. “¡No!, ¡no! ¡No lo odio! ¡No lo odio!”.

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