Thursday, June 22, 2006

A la vela, vela, vela.

Hace algunos días tuve la oportunidad de hablar con Carlos Vela, el futbolista. Un amigo de grandes barbas -héroe salido de la obra de Hemingway, no tanto en su comportamiento sino en su físico: nariz chata y de grandes orificios, dientes largos y blancos, pómulos salientes, ese tipo de persona qe sabe más de lo qe uno cree qe sabe- me dijo en el aeropuerto internacional de la ciudad de México: "Mira, ese chaval es Carlos Vela". De Vela yo había escuchado algo ya por la radio y algunos programas de televisión: que es un futbolista, que ganó el campeonato mundial de futbol en Perú (ya T.V Azteca y Televisa se disputaban entonces qién había sido el primero en seguirle la huella a la selección) y que jugaría pronto en el futbol de Inglaterra, hecho por demás sobresaliente. Por lo tanto, neófito en el futbol, yo tenía para mí que no ignoraba el nombre de Carlos Vela, aunqe, debo también admitir, conozco algunos nombres de futbolistas. Llegué a donde estaba el muchacho, peinándome lo mejor posible con la mano, ya qe teníamos horas esperando nuestro vuelo. Lo primero qe me sorprendió fue lo sencillo qe se mostraba en su vestir (un pants y tenis deportivos eran su atuendo, además de una peqeña mochila). Estaba acompañado de su familia. Me presenté. Les dije mi nombre mientras a Carlos le proponía una entrevista breve para publicar en mi página web y, claro está, una fotografía al lado suyo, pues me imaginaba yo qe en años posteriores algunos amigos me envidiarian de algún modo. El gesto que hizo al tenderme la mano para el saludo fue de desagrado -expresión que no dejan de mostrar algunas personalidades, ya no sólo del ámbito del futbol; a las estrellas les molesta que se acerquen cuando ellas no están disponibles. Arriba dije qe yo no ignoraba el nombre de Carlos Vela, también qe no soy un experto en futbol (ya mi tío Javier me decía no hace mucho tiempo de Vela: "Es el sucesor de Hugo Sánchez", mirándome sin explicarse cuando yo le preguntaba: "¿Qién es Hugo Sánchez?"), pero llegué al joven Vela y (no oculté mi entusiasmo ante el estar frente a una personalidad tan reconocida por todos menos por mí, eso nos suele pasar a todos los mortales) con sinceridad le pregunté: "¿Cuántos goles espera usted anotar con el Bolton?" -Yo no voy a jugar en el Bolton -aseguró haciendo de nuevo ese gesto, entre enfado y sonrisa fingida, algo apagado- Jugaré en el Arsenal. -Ah, disculpe, no es usted con quien quería hablar. Me había equivocado.

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