Memorias
-¿Picasso?
Tengo que recordar que se levantó, receloso, un poco automáticamente, clavándome, al tirarme la mano, unos redondos ojos tabaco, insistentes y planos, duros, como dos botones insufribles. Repuesto al punto de esta primera arrancada, que ya había visto yo por dehesas y ruedos en los toros de lidia españoles, le dije mi nombre, hablándole, entrecortado, de amigos comunes y de mis pretensiones de verle en su estudio.
-Pase por mi casa: veintitrés, rue de la Boétie. Pero avíseme antes por teléfono. Mañana mismo, si puede.
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