Tuesday, July 25, 2006

Playa

Verona estaba recargada en la espalda de Helen, amodorrada (como ella después lo dijo, pues esas canciones en la radio de Harold le aburrían tanto a ella como a mí) cuando a Harold se le ocurrió pedir un vaso con refresco, cosa qe al parecer a Verona le molestó, pues la sacó de su descanso. Después de mirarme como preguntándome si no qería yo algo, de mirar Harold, Verona se levantó, más resignada qe con gusto, y desde el otro extremo de la palapa le preguntó a Helen qé opinaba ella acerca de las vacaciones en la playa, si no prefería el campo, mientras Harold nos miraba de manera presumida con esos ojos peqeños como dos puntos en su rostro.
La playa se encontraba abarrotada por los múltiples turistas venidos de todos lugares del cosmos. Verona, Verónica para los demás, no qiso qe le tomara una foto, pero jue entonces cuando Harold me qitó la cámara. Por supuesto qe Verona no dejaría qe Harold se la tomara sin posar. Helen me jaló del brazo, soltándose, e invitó a Verona ir a los balnearios.
Elevé la voz, para qe ellas voltearan i qe Harold les tomara una foto. En ese momento ellas dejaron de ser lo qe eran para ser siempre esa imagen qe la cámara guardaba. Harold me diría después qe yo estaba loco por pensar eso, i que Helen, mi hermosa Helen era una buena mujer para mí, qe sólo eso me salvaba de mi locura, algo susceptible, como dijo Verona al apagar la radio antes de irse.
Luego ellas regresaron. Helen rió después de qe le comenté lo qe había dicho Harold, y dijo qe yo era muy gracioso. Mientras le acariciaba a Helen la mano izqierda, vi el rostro de Verona reflejado en el cristal de las botellas, los ojos húmedos de sueño, la boca chica, y al cerrar mis párpados vi a Verona recargada en sus propios muslos, cayendo rendida, de nuevo amodorrada.

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